Entrevisto a Gabriel García Márquez desde Macondo.
Había comenzado a llover a cántaros en Macondo. Jamás imaginé que serían 10 horas exactas desde la primera hasta la última gota. Las 10 horas que tuve para hacerle una entrevista sobre el arte de escribir a Don Gabriel García Márquez (a quien llamaré “GGM” en el resto de la entrevista).
Su tupido bigote y sus lentes de pasta brillaban bajo el cielo opaco en la enramada de su casa macondiana. Yo estaba nervioso y los problemas aparecieron apenas nos sentamos para la entrevista. Cuando me vio intentando revivir mi grabadora, hizo un gesto antipático, como diciéndome que no la necesito.
“¿Para qué la quieres?” me preguntó. “Sentarse a escribir es sentarse frente al oráculo del inconsciente. Una lucha de dos mundos que nos ayuda a extraer los mejores textos que llevamos por dentro”. Mientras lo miraba estupefacto, me dijo antes de estallar en carcajadas: “Una grabadora no hará tu trabajo, a menos que esa grabadora también escriba”.
El trabajo del escritor es solitario. Un puzzle difícil de resolver. Creemos que para los escritores consagrados como “El Gabo” es menos difícil. Pero esta primera interacción me dejó muy claro que él también se enfrentó a los mismos monstruos: “lo que quiero contar, lo hago escrito, solito en mi cuarto, y con mucho trabajo. Es un trabajo angustioso pero sensacional. Vencer el problema de la escritura es tan emocionante y alegra tanto que vale la pena todo el trabajo; es como un parto.”
GGM comenzó a “escribir” dibujando caricaturas. Tiene sentido con lo que afirmara una vez: nunca podía escribir sin una imagen que le generara un sentimiento con el que pudiera desarrollar una tesis.
Crear esa imagen inicial para desarrollar una novela le podía tomar meses: “Una de las cosas más difíciles es el primer párrafo. He pasado muchos meses en un primer párrafo, y una vez que lo entiendo, el resto simplemente sale muy fácilmente.”
Según él, en ése primer párrafo es donde definimos la mayoría de los problemas de un escrito: el tema, el estilo y el tono. Esto es algo tan diferente de lo que hacemos los escritores amateurs, que es difícil considerar pasar siquiera 1 hora pensando en ése primer párrafo. Pero la verdad es que es allí donde ponemos todo en contexto.
Pero el contexto no es suficiente. Tenemos que crear un mundo donde el lector se vea identificado. Sobre el éxito de Cien Años de Soledad, GGM me dijo no saber cuál había sido el motivo del éxito de su libro. Muchas de las explicaciones que daban los críticos era que se trataba de un libro sobre la vida privada de las personas en Latinoamérica: “Esa explicación me sorprende porque el título del libro iba a ser “La casa”. Quería que todo el desarrollo de la novela tuviera lugar dentro de una casa, y cualquier cosa externa sería solo en términos de su impacto en la casa.”
Ese libro le catapultó a la fama y al premio Nobel de Literatura. Pero el autor no recibió regalías por ninguno de los cinco libros que escribió hasta los 40 años, algo que según él, le hizo muy suertudo. Me confesó que la fama había sido uno de sus peores enemigos, porque le quitaba tiempo para escribir: “Es mucho más importante escribir a que escriban sobre uno”.
De todas maneras, apunta GGM, antes de ser considerados escritores de manera seria, debemos ser creíbles.
“El Gabo” usaba sus aprendizajes en el oficio del periodismo para hacer más creíble su literatura. «¿Cómo es eso?», le pregunté. “Muy fácil — me dijo—, si dices que hay elefantes volando en el cielo, la gente no te va a creer. Pero si dices que hay cuatrocientos veinticinco elefantes volando en el cielo, la gente probablemente te creerá.”
En el trabajo de no-ficción la precisión es obligatoria. Pero no debemos limitarnos al uso de los números sólo en la no-ficción. En el Realismo Mágico, es una fórmula que funciona muy bien.
Además de ser creíbles, tenemos que buscar la manera en que el lector no desvíe su atención, y para GGM, esa tarea es del escritor: “(…) Pongo algunos adjetivos, algunas palabras que no tendrían por qué estar allí, que no significan nada, pero que son recursos imperceptibles de estilo con el objeto de que no haya tropiezo. Tengo la impresión de que cuando el lector tropieza y pestañea, por una falla del ritmo o por cualquier otra cosa, allí se distrae y corro el riesgo de que se me escape. Quiero tenerlo agarrado por el cuello, desde la primera hasta la última línea.”
GGM me tiene agarrado por el cuello durante las 10 horas que tenemos hablando. Lo sé porque cuando llegué sonaban las campanas de la Catedral y he contado cada hora desde entonces. El escritor me quiere echar rápidamente. Me dice que no quiere que su mujer me vea por aquí: “Quedan pocas habichuelas, y no quiero oírle la lengua. Además si seguimos la entrevista no te la daré yo, sino un hombre cansado.”
Cuando estábamos en el umbral de la casa, y me despedía, me hizo un gesto como para que me acercara. Incliné mi cabeza y me susurró al oído «No soy un escritor, soy un mensajero».
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Esta es una entrevista imaginaria que tiene citas exactas y situaciones basadas en las siguientes fuentes:
- https://www.theparisreview.org/interviews/3196/the-art-of-fiction-no-69-gabriel-garcia-marquez
- https://centrogabo.org/gabo/hablemos-de-gabo/12-frases-de-gabriel-garcia-marquez-sobre-el-oficio-de-escribir#gsc.tab=0
- https://www.latercera.com/culto/2020/05/06/como-me-converti-en-escritor-por-gabriel-garcia-marquez/
- https://centrogabo.org/gabo/gabo-habla/como-comence-escribir-discurso-de-gabriel-garcia-marquez-sobre-sus-origenes#gsc.tab=0
- https://elpais.com/cultura/2018/03/06/actualidad/1520290870_404126.html
La foto la tomé en un lugar parecido a Macondo.
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